Quiero ser presencia de Dios en el mundo

¿Has pensado, alguna vez, cómo ser presencia de Dios en medio del mundo? Esa pregunta ha brotado en mi interior muchas veces. Con ella rondando dentro de mí, aterricé diez días antes de la Pascua en Caldas, Antioquia. Me acerqué a vivir la Semana Santa junto a este pueblo colombiano, a empaparme de su fe, a sumergirme en sus modos de celebrar. Porque es la misma Pascua, pero la Liturgia se hace vida en el alma de un pueblo, que actualiza el misterio del amor de Dios desde una idiosincrasia particular.

La “Semana Mayor” en Caldas se caracteriza por múltiples procesiones, donde bellas imágenes salen de los templos y salen a las calles, recordando los últimos pasos de Jesús. En nuestra parroquia cada una de las procesiones comenzó desde diferentes sectores.  Es un reflejo del deseo de estar en salida.

Acompañábamos a estas imágenes que transitan los mismos caminos que nos afanan cada día. Las veíamos llegar a los lugares o las personas que quizás de otra manera no se acercarían a ellas. Esas imágenes abandonan la seguridad de los altares para caminar al lado de cada hombre y mujer. Se exponen para sintonizar con el sentir de la gente, quizás no tanto desde su belleza, sino más bien desde la revelación de un rostro frágil, dolorido, vulnerable, profundamente humano.

Caminando las calles estrechas de nuestro barrio, observaba los rostros emocionados que nos salían al encuentro. Surgía en mi corazón la imagen de ese Dios que quiso caminar nuestros mismos caminos, que se hizo presente en medio nuestro. Dios que eligió hacerse hombre y compartir los pasos de cada hombre, corriendo el riesgo de mostrarse frágil, con menos empeño en protegerse que en encontrar a la oveja perdida.

Quiero seguir tus pasos Jesús corriendo el riesgo de caminar en medio de tu pueblo.

Ceci Pastor