LO QUE NO SE USA, SE PIERDE

Semilla del verbo 5 La generación de nuestros abuelos lo aprendía

30 enero, 2022
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  • Reflexiones

Semilla del verbo 5

La generación de nuestros abuelos lo aprendía todo de memoria. La de nuestros padres, cogía papel y lápiz. Nosotros cogemos el móvil. ¿Por qué somos incapaces de salir de casa sin él? ¿Y el miedo a  perderlo? Yo misma buscaba desesperadamente el móvil en el bolso y estaba hablando por él con una amiga. No se puede obviar la importancia de las pantallas en la mejora de nuestra vida. Sin embargo, ¿no dependemos demasiado de ellas?

¿Quién de nosotros, ante un nuevo número de teléfono, no lo registra inmediatamente? O ante una operación aritmética, ¿no coge enseguida la calculadora del móvil para hacerla? O cuando suena la entrada de un mensaje ¿no va a leerlo enseguida? No digamos la cantidad de veces que antes de dormir tenemos el móvil en las manos. Pues ante cada una de estas sencillas acciones, nuestro organismo reacciona.

LO QUE NO SE USA SE PIERDE. Mi abuelo sabía de memoria todos los ríos de España y sus afluentes. Mi padre, todos los países y sus capitales. ¿Y yo? ¡Lo busco en Google! Al no ejercitar la memoria se va perdiendo gradualmente. Como tenemos tanta información al alcance de la mano y al momento, nuestra memoria a corto y largo plazo va disminuyendo. Los sudokus han contribuido a activar la parte matemática del cerebro. Para los que como yo somos incapaces, corre el riesgo de atrofiarse.

Cuando yo era pequeña, se acababa la tele y todos a dormir. Ahora fácilmente alargamos la noche a voluntad. Según los entendidos la luz azul (de corta longitud de onda) de las pantallas reduce la producción de melatonina. Al ser ésta la hormona del sueño, no se llega al pico necesario para conciliarlo. ¿Y a la mañana siguiente?, nos levantamos zombis porque la fase de sueño profundo ha sido reducida. También dicen que cada sonido del móvil altera nuestro ritmo cardíaco y pone en marcha el estado de alerta. Provoca  la espera del próximo aviso pues la actividad neuronal no descansa y experimentamos una cierta ansiedad.

La tecnología ha pasado a ser parte imprescindible de nuestro día a día, y ¡bienvenida sea! Sin embargo lo que nos ha mejorado también nos puede estropear. Como dice el Papa Francisco: “Necesitamos ser protagonistas de nuestra vida”. Ojalá que las pantallas nos ayuden para todo lo hermoso, correcto y bueno de la vida y no lo contrario.

Rosario Garrido

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