¿Qué clase de pregunta necesita un concurso televisivo para garantizar que la mayoría no se la sepa? Algo que tenga que ver con la Religión. Cada cadena tiene al menos uno en horario de máxima audiencia. Lo sorprendente no es que casi nadie elija ese tema, sino que cuando sale la mayoría falle. A un joven concursante de nombre Juan, le preguntaron cómo se llamaba uno de los apóstoles de Jesús cuya letra empezaba por J, y no lo supo contestar. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
A grandes rasgos, ésta es mi explicación. En la España de la posguerra, ser español era ser católico. En el 75, la democracia trajo libertad de pensamiento junto con espíritu crítico. De ahí surgió una generación muy crítica “con” la Iglesia cuyos hijos nacieron con esta misma tendencia. Sin embargo, de “con” pasaron a “contra” ella. ( Ahí podemos incluirnos muchos). El resultado fue un aumento de bancos vacíos en las iglesias. La religión quedó relegada para muchos a la esfera del colegio, cosechando a lo largo de los años una tediosa indiferencia. ¿Resultado final? Una ignorancia total, pues lo que no se alimenta muere de inanición. Hay excepciones, pero desgraciadamente a mi parecer, son pocas. Entonces, ¿hemos perdido el tren? Espero que no.
¿Cómo salir de esta situación? ¿Dónde está escondida la semilla del Verbo? Los recientes escándalos de políticos, exigiendo a la ciudadanía una cosa y haciendo lo contrario, dan una pista. Necesitamos AUTORIDAD DE VIDA. A Jesús no le escuchaba la gente sólo porque hablaba con autoridad. Lo hacía porque sus obras hablaban más fuerte. Por eso le seguían. Tener autoridad dista mucho de ser autoritario. Para que ésta sea eficaz supone coherencia: la vida y la palabra yendo a la par. Como dijo Gandhi, “La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía”.
Esto es un gran reto para la Iglesia, la sociedad y para cada uno de nosotros. De ahí el regalo del Adviento y Navidad. Tiempo de cambio, de re-conocer situaciones, a uno mismo, a Dios. El Dios invisible, se hizo visible para ponérnoslo fácil. “Aprended de mí” nos dijo. ¿No necesitaríamos subir de nuevo al tren de la coherencia? ¿Subir a ese tren que comenzó en Belén y sigue atrayendo a tantos corazones de buena voluntad?
¡FELICES PASCUAS Y FELIZ 2022 A TODOS!
Rosario Garrido
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