Vivir con manos abiertas
Hoy, voy a dejar que os hable Anne Marie desde Perú, lo que significa vivir con manos abiertas, estas manos de barro están hechas por ella. Y te cuento que su visión es muy poca, fruto de una enfermedad degenerativa que se llama retinopatía pigmentaria.
“¿Y si nos detuviéramos a contemplar estas dos manos? No estamos tan acostumbrados a ver nuestras manos así, ni mucho menos a vivir con manos abiertas. Muchas veces durante el día, están más bien cerradas sobre el celular o trabajando activamente, ocupadas en 1000 cosas. Si dejásemos que esta imagen nos interpele… ¿Qué suscita en nosotros? Creo que nos quiere recordar algo muy profundo y sencillo: nuestra naturaleza.
Somos seres muy pobres que necesitan abrir cada día las manos para recibir la vida, el existir, las fuerzas y toda la gracia que Dios nos quiere dar para enfrentar lo que nos toca vivir. En el fondo, nos recuerda que todo es don. ¿Qué tengo yo que no haya recibido? Por eso, extendamos nosotros también nuestras manos e intentemos recordar lo que hemos ido recibiendo hasta el día de hoy. Creo que es imposible porque sería demasiado. Pero dejemos aflorar lo que nos venga. Es gracia.
Y así, dejemos que nos recuerden también otra verdad. Todo eso que hemos recibido, lo podemos devolver. Eso también es nuestra naturaleza. Nuestra vida cobra sentido cuando sabemos extender las manos para dar, transmitir lo que nos ha sido dado gratis. Somos transmisores de algo que no nos pertenece. En el fondo, damos y recibimos constantemente, como si eso fuera la respiración más honda de nuestro ser. Dar y recibir lo que me hace vivir, lo que me hace feliz. Y también, lo que me sostiene y me da sentido; lo que sólo yo puedo aportar porque Dios me ha creado como soy para ello”
Qué sensibilidad tan grande y qué belleza para expresar nuestro ser criaturas, necesitados de recibir y al mismo tiempo, grandes para dar.
Y tú, ¿Qué has recibido y qué tienes para dar?
Ana Palma SEMD Filipinas