“Antiguamente decían que cada niño venía con un pan debajo del brazo. Pero nosotros pensamos que deberían venir con un manual de instrucciones”. Estas palabras son de unos amigos míos cuando nació su primer hijo. Y creo que estaréis de acuerdo conmigo en lo difícil que resulta la educación hoy.
A mi generación la educaron: los padres, el colegio, la música, los libros y la tele. ¿Y hoy en día? Algunos diríais “las redes sociales” y “los videojuegos”. Pues sí. Hay mucho de razón ahí. No es de extrañar que el Consejo Escolar del Estado aprobara por unanimidad, este enero, el veto a los móviles en primaria y su limitación en secundaria. Padres y maestros están siendo cada vez más conscientes de lo perjudicial de las pantallas. Pero hay que tener cuidado de no tirar al niño con el agua de la bañera. La verdad es que la tecnología, según los expertos, nos ha traído muchas cosas buenas, pero también mucho de malo.
Uno de ellos, Francisco Villar, psicólogo clínico, nos pone en alerta de su peligrosidad. En su último libro Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos, hace un estudio exhaustivo sobre los efectos nocivos de las nuevas tecnologías. “No se les puede echar a los padres toda la culpa -dice-. La cuestión es que les han vendido como bueno algo que está demostrado que no lo es”. Según él, un niño antes de los seis años nunca debería tener acceso a una pantalla. Su uso se tendría que retrasar a los dieciséis años.
Michel Desmurget, doctor en neurociencia y director de investigación en el Instituto de la Salud en Francia, va todavía más lejos. A la generación actual, criada por las pantallas y de espaldas a la lectura, la tacha de “cretina digital”. Es como “un niño al que le han quitado una parte de lo que le hace más humano: el lenguaje, el conocimiento, la capacidad de concentración y una buena parte de su empatía y de su inteligencia social”. Desmurget dice no estar en contra de la tecnología, sino de cómo se usa. Por eso su mantra es: “cuanto más tarde, mejor, y cuanto menos, mejor”. De hecho, el último informe PISA deja fatal a los jóvenes españoles: las matemáticas y la lectura han vuelto a caer en picado. “Más libros y menos pantallas” pedía Desmurget en su paso por Madrid.
Esto no va a ser fácil, pero lo que vale la pena nunca lo es. Yo, visto lo visto, apuesto por lo difícil. ¿Y vosotros?
Rosario Garrido SEMD Madrid
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