Semillas del Verbo 16.

Creo que estáis de acuerdo en que los momentos que marcan una vida no dependen del tiempo. El mío duró solo diez minutos. Pasaba por allí cuando el jefe de una empresa estaba recriminando a un empleado. Entonces, el encargado de departamento llegó y dijo: “Ha sido culpa mía. Yo asumo la responsabilidad”. Esas escasas ocho palabras me abrieron un mundo. Me hablaron de integridad, honestidad y de una valentía que asumía todas las consecuencias. ¿Cómo hubiera reaccionado yo en un caso similar? ¿El miedo al jefe me hubiera hecho callarme? ¿Habría echado las culpas fuera? ¿Habría hecho como él? Nunca lo sabré. Sin embargo, esos diez minutos quedaron grabados a fuego en mi memoria. Puede parecer simplista, pero en ese momento pensé que si asumiéramos así nuestros actos, todo cambiaría. Yo quería esa valentía. Y es que en asumir o evadir muchas veces se juega todo.

Qué bonito sería que en las noticias viéramos asumir a las personas lo que han hecho mal y buscar medios para remediarlo. Demasiado a menudo vemos cómo se evaden responsabilidades aduciendo toda clase de excusas. Asumir o evadir marca pauta. Me gustan las palabras de Albert Einstein: “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás. Es la única manera”. Pienso que no es querer dar ejemplo, sino vivir dando ejemplo. Esta es una de las cosas que más agradezco a mis padres. Ellos me han influido, no solo con palabras, sino con sus actos. No han sido perfectos, pero nunca los he visto evadir responsabilidades.

En el avión de vuelta a España vi la película semiautobiográfica de Spielberg “Los Fabelmans”. Me confirmó la huella tan profunda que dejan los padres en sus hijos. Con alegría me acordé de las palabras de una amiga japonesa que estuvo a punto de romper su matrimonio. “Si no lo hice -me dijo- fue por mis cuatro hijos. Fue difícil, pero tenía que luchar por ellos. Ahora me siento orgullosa de los padres y madres de familia en que se han convertido.” Y yo soy testigo de ello.

Sé que no se puede establecer un patrón porque las circunstancias de cada uno son distintas. Sin embargo, sigo pensando lo mismo: si asumiéramos nuestros actos con integridad, honestidad y valentía muchas cosas cambiarían. Y nosotros, los primeros.

Rosario Garrido

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