Este ha sido uno de los retos que nos ha marcado este tiempo de confinamiento en la Iglesia local en Perú. La cuarentena comenzó la misma semana en que se iniciaban el curso escolar y el calendario pastoral. Fuimos reaccionando a la necesidad de propiciar virtualmente espacios de oración, encuentro, reflexión y liturgia,... Quienes conocían más el mundo digital se ofrecían para darnos conocimientos básicos sobre plataformas virtuales a laicos de todas las edades y a consagrados que trabajamos en esta zona.
La pastoral desde el mundo digital tiene consigo el reto de velar para que no queden desplazados agentes pastorales y laicos adultos a quienes les resulta muy difícil subirse en este tren tecnológico. Aquí nos hemos propuesto no sustituirlos y fomentar una mayor cooperación entre las diferentes generaciones. En la práctica, cada adulto catequista o de las diferentes pastorales es de alguna manera “adoptado” por un joven que está pendiente de enseñarle desde a entrar en una reunión on-line, a estar a la base de la parte técnica de un programa de radio o de una formación.
Aunque la evangelización requiere un verdadero esfuerzo de aprendizaje y de tomarlo con profesionalidad, nadie puede descartarse de introducirse en ella porque todos hemos sido llamados a la evangelización en los tiempos en los que nos ha tocado vivir. Quizás muchos nos sentiremos definitivamente extranjeros en el mundo digital. Pero eso no resta al amor puesto por inculturarnos en él, por balbucear su lenguaje y sus dinámicas. Efectivamente pasa el amor de Dios en lo generado con belleza y con un contenido que engancha y predispone a prestar la atención, pero también llega el amor escondido de quien pone lo que puede y sabe y vive abierto al Espíritu como forma de concebir su existencia.
Vivir la evangelización en el mundo digital no significa modernizarnos. La evangelización no se rige por tendencias o modas. Precisa que hagamos pie en lo que las personas viven y en la filosofía que penetra la cultura de los lugares donde estamos. Sólo así no nos limitamos a digitalizar lo que ya habíamos hecho siempre y la fe que enviamos vía artículo, Twiter, o programa de radio se convierte en un verdadero diálogo con el hombre de hoy.
M. Carmen Izquierdo
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