Testimonio vocacional 5. 2025

La pieza del puzzle encontrada es la imagen de mi vida: un gran puzzle que necesita tener cada pieza en su justo lugar. Cuando era pequeña, mi abuela Mercedes nos compraba la revista de misioneros combonianos. En ella, yo seguía las aventuras de los misioneros en África y eso hacía volar mi imaginación. Más tarde alguien me prestó un libro de unas religiosas que vivían en la selva Amazona ¡me parecían tan valientes! Pero mi vida era otra cosa, nunca pensé poder ser como ellos.

Me decidí por ser maestra. Estaba -y sigo convencida- de que la educación es importante para cambiar la vida de las personas. Dios comenzó a darme más piezas. A través de jóvenes comprometidos en la parroquia, en el grupo de renovación carismática, y, finalmente, en unas misioneras consagradas. Me di cuenta que, para ellas, la fe no era una tradición, ni un código de conducta, o que Dios existía sólo para los momentos difíciles; sino que Él era realmente una Persona y, lo más sorprendente, ¡que yo existía para Él!

El encuentro con Cristo a través de la oración me hizo preguntarme: ¿Y si la vocación misionera fuera mi vida? Secretamente, me respondía “Sí”. Pero fue en el transcurso de dos años que maduré la decisión y vi con claridad hacia dónde podía orientarme. Y, sobre todo, a Quién quería entregarle toda mi vida. ¡Fue Él la pieza de mi rompecabezas! Cristo era ese Tú con mayúscula que mis ideales de vida y mi corazón buscaba hacía tiempo. “Los [me] llamó para que estuvieran con Él y para enviarlos a anunciar” (Mc 3,13).

Hace ya 34 años que Le comparto mi vida en cada persona que encuentro, en cada país donde he estado… Son muchos los rostros, las culturas, las situaciones que he ido encontrando ya sea en el llamado “primer” mundo, como donde estoy ahora, Togo, África. No dejo de maravillarme de la fuerza de transformación que tiene su Amor, de admirar la belleza de esta vocación. No siempre ha sido fácil, sin embargo ¡estoy tan feliz de haberlo encontrado! Su Amor y el amor de mi comunidad me ha ayudado a desarrollar capacidades que no sabía que tenía. Puedo decir, si volviera a nacer, ¡volvería a elegirle!

Por cierto, soy María Soledad (Chole), mexicana y estoy en Lomé, Togo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Marta Chacón Hola María Soledad! Que impactantes tus palabras! Que bueno que hayas encontrado el camino del Señor y lo hayas seguido con amor y valentía! Pero recuerda, tú también eres parte importante de ese puzzle! Dios te bendiga!
Odair Bueno Querida Hermana Soledad. Tu valentía “ y la confianza en Dios”es un faro que ilumina incluso los rincones más oscuros. Dejaste atrás tu tierra, tu comodidad, tus afectos más cercanos… no por obligación, sino por amor. Amor por una causa más grande, por personas que quizás no conocías, por un propósito que trasciende fronteras. Que el amor que te une y nos unió a Dios sea siempre el faro de luz 💡 a los que no conocen. Gracias por su vida y por todos las vidas que te conocerán. Un abrazo
Gaby Castillo Que hermosas palabras, te felicito por estar donde estás, ellos han ganado a una bellísima persona, que tiene una vocación integra Me da mucho orgullo ver qué has cumplido tus sueños Yo de chiquilla también veía esas revistas y me imaginaba ahí Dios te bendiga Solecito y espero verte pronto, te quiero mucho mucho Saludos a todos 💕
Teresa Carrillo Zsmora Siempre auténtica y solidaria. Ni la lejanía te impidio hacer tu ideal y servir sin esperar..estamos bien orgullosas de tu.Un abrazo y te extrañamos siempre 🙏🙏🥰
Luis Fernando Radillo Dios te puso en el camino para estar donde estás . Te quiero mucho hermana.!
Ana Maria Palma GonzálezTestimonio vocacional 5. 2025