Desde Roma os contamos una pequeña experiencia que en realidad ha sido un regalo que el Señor nos ha hecho. El mes pasado fuimos a la Universidad “La Sapienza” de Roma. Fuimos a una clase de Economía invitadas por un profesor, que quería que hablásemos a los jóvenes del discernimiento y la toma de decisiones. Nos lo pedía porque ve que los jóvenes viven desorientados. A veces empiezan con una carrera, pero cambian a la mitad porque se dan cuenta de que no era lo que ellos esperaban. Otras veces, posponen sus compromisos o las decisiones fuertes de su vida: Finalizar sus estudios, casarse, salir de la casa de los padres…
Nos pusimos manos a la obra preparando dos clases para ofrecer un curso de discernimiento. Contábamos con un inmenso anfiteatro pero había solo algunos jóvenes. Me impresionó la grandeza del recinto, y viendo a unos pocos me preguntaba: ¿Les quedará alguna palabra, lo que hemos preparado les ayudará?,… Pero lo más grande de la misión es que nos impulsa a lanzarnos porque creemos en la fuerza del amor y que la Palabra de Dios es viva y puede llegar dónde nosotros no podemos ni calcular ni pensar. La alegría viene cuando caminamos ya no desde nuestras fuerzas sino desde Él, el dueño de la mies.
Cuando vimos los ojos de esos jóvenes expectantes, preguntándose qué hacen estas misioneras aquí, qué nos dirán, qué tiene que ver esto con economía, sus miradas nos hicieron darlo todo sin miedo y con una confianza infinita.
Creo que desde lo pequeño, Dios puede hacer una obra grande. Tal vez, a estos jóvenes no los veamos de nuevo, pero el pequeño mensaje lo hemos dado y Dios hará el resto.
Rosaura