Se ha ampliado mi horizonte
Me llamo Mateusz. Soy polaco y he estado en las misiones de Perú de este verano. Ya al anotarme para participar en estas misiones, me sorprendió encontrar en mi país gente de mi edad con el deseo de ir a Lima como futuros misioneros. Quizás porque al igual que la sociedad, pensaba que los jóvenes de mi edad sólo piensan en divertirse. También me impresionó la acogida de personas de parroquias de la zona que nos animaron a realizar esta experiencia y nos apoyaron económicamente.
Yal llegar a Perú, nos encontramos entre personas que viven de un modo infinitamente distinto al nuestro: madres de familia, que cada día recorren varios kilómetros entre rocas, sendas de tierra y escaleras de cemento, para llevar a casa agua y alimentos. Visitamos «casas” con el suelo de tierra, cuatro paredes y un techo improvisado. En el interior, unos colchones y lo básico para el funcionamiento cotidiano y algunos trastos recogidos de la calle. En los hogares la figura paterna generalmente estaba ausente. En el mejor de los caos porque trabajan de la mañana a la noche, en otros por abandono del hogar o alcoholismo
¿Hemos podido cambiar algo? No nos vamos a engañar: nuestro trabajo allí fue una gota de agua en un mar de necesidades. Sin embargo, el agradecimiento de la gente era sincero. Había en ellos una alegría auténtica. Esos rostros se me han grabado y los recuerdo cada vez que me hundo por pequeñas contrariedades. Aprendo de ellos a valorar lo que tengo.
En estas tres semanas, la palabra “familia” ha cobrado para mí un nuevo y fuerte significado. Los lazos familiares ayudan a sobrevivir a muchos de los más pobres. Unas generaciones se hacen cargo de las otras. Creo que tenemos mucho que aprender de ellos.
En este viaje mi horizonte se ha ampliado y ha aumentado en mí el respeto hacia el valor de la vida del otro. Esto que traigo de allá, quisiera ofrecerlo aquí en Polonia.
MATEUSZ