Puentes de esperanza

Este año tuve el privilegio de visitar la comunidad de Filipinas. Fue una inmersión en un mundo muy diferente, pero también una experiencia de familia y conexión de corazón.

Llevaba mucho tiempo queriendo visitar Asia. Llegué con la intención de estar allí, de acoger la realidad y a las personas con las que compartiría esos días, de dejarme tocar y compartir con los demás lo que soy. Creo que Dios cumplió mi deseo.

Pude participar en la Misión Asiática para adultos, junto con otros servidores  de Corea y Japón, y, por supuesto, de Filipinas. El lema de las misiones era «Puentes de esperanza».

Los días comenzaban temprano con la oración de la mañana. Estos momentos de oración me ayudaron a comprender la invitación de Jesús a vivir estos días desde la relación con Él, a confiar en su fuerza y a acoger cada día como un don nacido de esa relación. Incluso en medio de las limitaciones que experimentaba (el calor, las dificultades de comunicación, el desconocimiento de la cultura, etc.).

Me impactaron especialmente los momentos de simple compartir con los servidores y misioneros de las comunidades de Asia. Poder tocar con mis propias manos lo que viven, los desafíos a los que se enfrentan, las dificultades que experimentan y, sobre todo, los deseos que albergan en sus corazones de seguir a Jesús en medio de sus realidades y de compartir sus vidas con los demás.

Me impresionaron las sonrisas de los niños y adultos, su acogida, fuerza, resistencia y fe.

Al finalizar estos días, no podía dejar de pensar en la imagen que el Papa Francisco eligió para el Mes de las Misiones: un banquete. En una realidad tan diferente, donde faltan tantas cosas, pude experimentar la abundancia de encuentros, de familia y abrazos.

Silvia servidora SEMD de Portugal

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Ana Maria Palma GonzálezPuentes de esperanza