
Nuestro retiro ha superado mis expectativas
Me llamo Dagmara y estudio pedagogía especial en la Universidad de Gdansk. Conozco a la comunidad Servidores del Evangelio desde hace un año. Me atrevo a decir que, gracias a ese espíritu de la comunidad, de un amor tan maravilloso, quiero conocer a Dios y atravesar con fe la vida.
La idea de tener unos retiros en el corazón de Bieszczad ya de por sí me parecía fantástica, pero esta semana que he pasado allí me ha cambiado la mirada y ha superado todo lo que yo podía esperar. Viajaba con la cabeza llena de ideas, dudas y agotada de tanta información. Lo que más quiero destacar es que me he dado cuenta de que Dios me ama tal como soy. Ama a todos de esa manera. Camina conmigo incluso cuando me siento frágil y cuando me equivoco.
Cuando antes ponía mis expectativas en la sociedad, me daba cuenta de que sentirse una persona valorada y amada es bien difícil. Siempre piensas que tienes que hacer más y si no puedes hacer más, te sientes peor que los demás. Estos días me han mostrado que hay un camino diferente para cada persona, Para nada tenemos que hacer lo que los otros hacen. Yo puedo amar a mi manera, fiel a mi conciencia.
Los tiempos que hemos tenido de reflexión, de silencio y los momentos de compartir en grupo nuestras impresiones me han ayudado mucho a conocer a Dios y a los demás. Me he hecho consciente de que, con mi empeño de controlar mi vida, no he permitido que los sueños de Dios se fueran cumpliendo en mí. Él puede crear algo precioso para la gente y pone en mis manos esa posibilidad.
Me ha acompañado este fragmento del libro de la Sabiduría: “La misma Naturaleza tendría que llevar a la gente a conocer a Dios”. Basta solo abrir los ojos y el corazón. Aunque suena fácil, no es tan evidente. Pero así es.
He regresado repleta de amor, de paz, gratuidad y bondad. Se lo debo a las personas que he podido conocer en esta semana. Siento que esta experiencia es un paso grande en mi vida. Pero sé que es solo el principio del camino.