MI MISIÓN ES AMAR!

MI MISIÓN

Me llamo Pío, soy de Corea del Sur y os quiero compartir mi experiencia sobre las misiones de Filipinas en las que pude participar el pasado febrero. El lema fue “You are made to love” (Tu vida es para amar). No me lo pensé ni un día el participar en estas misiones, aunque cuando se abrió la inscripción no sabía bien cuál era el objetivo del programa ni tampoco qué se iba a hacer. Simplemente quería ir. El verano pasado pude ir a Mongolia con el programa Koinonia y fui muy feliz. Esta vez pensé que también sería una experiencia muy buena, así que no me constó mucho apuntarme. Sin embargo, la razón más grande que me hizo decidirme fue sentir que Dios me estaba invitando, que me decía: “Pío, esta vez también será genial”.  Así fue como respondí a su llamada.

En el tiempo de preparación escuché que el lema de las misiones era “You are made to love”. De repente me pareció un lema complicado. A mí siempre me ha gustado mucho la cita que dice: “Sin amor no soy nada”, por eso no me imaginé que amar se me haría algo difícil. Así que empecé a preguntarme cómo tendré que amar en Filipinas, cuál es el amor que yo tengo y que puedo poner en práctica durante las misiones, y me vino este pensamiento: “Podré amar según la voluntad de Dios. Vamos a dejarlo en Sus manos”. Y así partí hacia Filipinas.

Más allá de todas estas preocupaciones, las misiones fueron una experiencia muy buena. Las calles, la naturaleza, la comida… me encantaron, pero lo mejor de todo fueron todas las personas con las que viví esta misión. El grupo de Corea me pareció increíble, sin bien éramos todos muy diferentes.  Según pasaba el tiempo e íbamos compartiendo lo que estábamos viviendo, nos fuimos convirtiendo en una especie de familia. Y el grupo de Japón también me pareció genial y me hicieron sentir que “más allá de la barrera del idioma, podemos sintonizar de corazón y amarnos profundamente”. Los chicos de Filipinas, siempre con los brazos abiertos para darnos la bienvenida y abrazarnos, y toda la gente con la que nos encontramos, fueron también un regalo que Dios nos hizo.

Lo más grande de las misiones fue el poder encontrarme con Dios vivo. El lema del 7 de Febrero fue: “Todo lo que hagáis al más pequeño de estos, es a Mí a quien me lo hacéis” (Mt 25,40). Como dice esta cita sentí que Dios me venía a buscar a través de las personas con las que me iba encontrando. Especialmente me ha quedado grabado en la memoria el rostro de Dios que pude conocer a través de la vida de Yujin (chica coreana, no católica, que participó en la misiones). Viéndola me pregunté con fuerza: “¿Qué puedo hacer yo por esta chica?”. Y me di cuenta de lo mucho que me gustaría transmitirle cariño y ternura, poderle compartir al Dios que yo conocía, que es Amor tierno y sin límites. Me di cuenta también que el amor que experimenté yo mismo durante las misiones, a través de cada persona, fue este tipo de amor. Y que experimentar este amor y poder ser feliz amando es lo que respondía al interrogante que tenía antes de ir a Filipinas: “Así es como yo puedo amar!”.

Esta es mi misión más grande e importante en la vida. El amor es tan grande e increíble que a veces nos parece algo complicado. Pero no me puedo olvidar que ser feliz en y junto con Dios es lo fundamental y básico de este amor.  Quiero ponerlo todo para amar a muchas más personas. Y rezo y quiero dar a conocer estas misiones para que muchos otros puedan tener la experiencia tan valiosa que yo he tenido. Doy muchas gracias a las misioneras y a todas las personas con las que he vivido estas misiones, y sobre todo agradezco a Dios por haberme invitado a participar en ellas. Gracias!

Kwon Seokmin Pío

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