Mi bautismo, un nuevo comienzo
¡Hola! Mi nombre es Lucila. Soy de Perú y tengo veinte años. Vivo en Italia desde hace tres años. Estoy en cuarto de economía en un Liceo y cuando termine quisiera estudiar enfermería, porque me gusta ayudar a las personas. También estoy trabajando cuidando a una abuelita que es muy paciente y cariñosa conmigo.
El camino que he recorrido para mi Bautismo empezó en mi niñez. Desde muy pequeña sentía que quería estar con Dios, tener una relación de amistad, vivir todo con Él. Pero en mi país para bautizarte tienen que ir el papá o la mamá a las catequesis. Mi mamá no tenía tiempo y mi papá vivía aquí, en Italia, así que tuve que esperar.
Mi familia no aprobaba este deseo de conocer a Jesús, ser parte de su Familia y dbautizarme. Creen que hay un Dios, sí, pero no me apoyaban en esta decisión. Al contrario, sólo recibía críticas como: “¿por qué te quieres bautizar? ¿Qué te da? No sirve para nada…Sólo te bautizas para después casarte”…Pero este no era el sentido con el que yo lo vivía y cuando trataba de explicar que había mucho más empezaban las peleas, lo que ellos pensaban. Pero siempre me mantuve firme en mis convicciones.
En una misa que se hizo en Pavía, del Señor de los Milagros -una fiesta muy importante en Perú- conocí a la hermana Úrsula. A ella le compartí el deseo grande que tenía dentro de tener esta amistad con Dios y poder bautizarme. Le pregunté si ella me podía ayudar y me dijo que sí.
Comenzamos los encuentros, hace ya año y medio. Conocer a Dios fue encontrar a un amigo, que te escucha, que no te juzga. Esto era lo que yo más necesitaba…alguien que me escuchara y me comprendiera. He aprendido muchas cosas en su Palabra, porque todo lo que Él dice son cosas que te suceden cotidianamente, en tu día a día. Y uno puede pensar que no…”Dios no me entiende porque no vivió lo que he vivido yo”…pero no es verdad. Él vivió cosas aún peores. Fue repudiado por las personas que lo debían haber querido, perseguido al nacer y tuvo también que huir…Fue traicionado, no comprendido…No podemos decir que Dios no nos entiende. Por eso cuando leo la Biblia y veo su vida comprendo en mi corazón: “Yo lo viví, yo también he vivido todo lo que has vivido tú. No estás sola”…Y eso me ha impactado fuertemente. Él ha vivido todo esto y lo ha hecho “por mí”. Está para mí.
Y por fin llegó mi Bautizo, la Noche de Pascua. Me sentí muy pequeñita…
Lloré toda la celebración como llora un niño cuando nace. Cuando mi bautizaban imaginaba a Jesús como si llegara y me abrazara diciendo: “Está bien. Deja salir todo, deja ahora que se vaya toda la ira, el sufrimiento, el remordimiento, los sentimientos negativos que llevas dentro de ti acumulados…Yo estoy contigo. Yo seré tu apoyo. Este es UN NUEVO COMIENZO.”
Jesús estaba abrazando toda mi vida y esto era grandísimo…Por eso no podía parar de llorar.
Fue también muy significativo para mí encender la vela, que guardo todavía, porque era “encender mi fe”, que no quiero que se apague.
Todo fue muy especial ese día. Me acompañaron muchas personas. Mi papá y mi hermana también vinieron y al final terminamos compartiendo un dulce típico italiano de la Pascua: la colomba, un dulce muy rico con forma de paloma, con nuestro Obispo y los sacerdotes.
Espero de todo corazón que cada persona pueda encontrar en Dios un amigo incondicional, que le escuchar y guía en la vida como yo lo he encontrado y que nunca pierdan su fe, porque es lo más importante.