SEMILLA DEL VERBO 8
Es muy distinto cuando la noticia sale en televisión a cuando te pasa a ti. Este mes he tenido tres llamadas al móvil que resultaron ser estafas. La cosa es que te lo ponen tan revestido de verdad que llegas a creértelo y estás a un tris de caer…. Hasta que una vocecita interior te llama a la cautela. Indagando en Google comprobé que mucha gente había sucumbido a sus redes y les habían vaciado sus bolsillos. Cosas así hacen perder la fe en el género humano. Lo peor no son los estafadores que están al teléfono, sino los mandamases que están detrás de ellos. ¿Qué ha pasado para que la mentira revolotee constantemente en nuestras vidas disfrazada de verdad? Photoshop, fake news, sensacionalismo, desinformación… No hablemos de escándalos políticos donde la primera reacción es negarlo todo: comisiones millonarias, malversación, conflicto de intereses etc. Por lo que la gente llega a decir: “yo ya no me creo nada”.
En Japón cuando ocurren esta serie de escándalos, el implicado dimite. En España enseguida se aduce persecución mediática y difamación. ¿Son verdades o mentiras? A veces resulta muy difícil discernirlo. Es el caso de la desinformación: mentiras tan repetidas que llegan a constituir una verdad. ¿Un ejemplo?: la mayoría de la ciudadanía rusa está convencida de algo, mientras que el resto del mundo opina todo lo contrario. Inclusive en mi familia los bandos están divididos. Ante la realidad internacional, ¿quién miente?, ¿quién dice la verdad?: ¿Las noticias, el internet, los blogs, la gente? La historia nos ha enseñado que a veces la verdad triunfa. Sin embargo, ante la mentira, el genocidio, los abusos, los desfalcos, … lo doloroso es la impunidad de los responsables, sean del bando que sean.
En nuestro caso el peligro es acostumbrarse a lo turbio. Y más cuando el bien y el mal están hoy marcados por la ambigüedad. Ya lo decía Demócrito, filósofo griego siglo I a.C: “Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa”. Mi experiencia es que hay más bueno en el mundo que malo, pero como dice el Papa Francisco: “el mal hace mucho ruido”. El Evangelio nos invita a algo bastante difícil: “que vuestro hablar sea: sí, sí; no, no” (Mt 5,37). Empecemos por ahí aun a riesgo de equivocarnos. Detrás hay todo un programa de vida que me hace mucha ilusión vivir. Lo digo, de verdad.
Rosario Garrido
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