Lo que era un huracán de correteos y gritos fue escucha y paciencia

El veintitrés de diciembre celebramos  el nacimiento de Jesús en familia, las misioneras, los niños del campamento y los monitores. Fue un día sorprendente por el reencuentro tras el campamento y también por los momentos compartidos durante las actividades.

La primera actividad de la mañana consistió en juegos de presentación y una pequeña oración. Más tarde hicimos unas postales navideñas con cartulinas. Los niños las decoraron con todo su amor y toda la purpurina que pudieron para llevar toda esa alegría a la casa de los que lo necesitaban. Dividiéndonos en grupo fuimos a visitar al mayor número de personas posible. Nos guiaron mujeres de la parroquia del Santísimo Sacramento, y así fuimos a ver a quienes iban a recibir a Jesús solos en casa.

Ellos nos recibieron con los brazos abiertos y muchas galletas y a los niños les gusto tanto que dijeron que pedirían a sus padres volver otro día y pasar más tiempo con ellos. Este encuentro fue el nacimiento de Dios en todos nosotros. Lo que era un huracán de correteos y gritos fue escucha, paciencia y curiosidad,  los niños estaban diferentes, se notaba, había entrado Jesús en sus corazones.

Por la tarde les esperaba otra sorpresa. Esta consistía en ir a la residencia de las hermanitas de los desamparados a cantar villancicos y desearles  una feliz navidad, por lo que ensayamos y cantamos villancicos como, campana sobre campana, los peces en el río y terminamos el día hablando con los abuelitos y jugando a las cartas con ellos.

Fue un día que recordaremos con mucho cariño y que ha quedado grabado en nuestra alma. Hacen falta días así para vivir la fe en esta gran familia que formamos los cristianos y aprender a valorar todo mucho más. Esperamos que se siga haciendo muchos años más.

Ana María Calderón González

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ula donieckaLo que era un huracán de correteos y gritos fue escucha y paciencia