La vida sin paréntesis
Mi nombre es Valeria y formo parte de las vírgenes consagradas del “Ordo Virginum” de la diócesis de Pavia, Italia.
Estos meses de COVID 19 han sido muy difíciles y todos hemos deseamos que la situación se resuelva lo más pronto posible. Sin embargo, desde la óptica de Dios no existen paréntesis que podamos denominar “no vida” o tiempos en espera de eso que consideramos vida y que traduciríamos en una existencia libre de cansancios, sufrimientos, enfermedades, muertes y luto. Esta sería una vida ideal, pero no real. La vida es en cada momento Vida porque Dios mismo, en su encarnación ha asumido nuestra humanidad, con toda su complejidad y dolor.
Nada de lo que vivamos sobre esta tierra es perdido: TODO se encamina a la plenitud y a su meta. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” La finalidad y el sentido de nuestra vida en esta tierra, es conocerlo a Él. Cuando vivimos situaciones difíciles que parecen “paréntesis” que nos impiden lograr nuestro fin, ahí en la vida real es donde lo podemos conocer.
Durante la pandemia se nos ha presentado una nueva forma de vida, sin previo aviso, sin quererlo ni buscarlo, que conlleva crisis y desestabilidad económica, social y sobre todo existencial. Se han destruido nuestras certezas, nuestras costumbres que se habían hecho eran mecánicas, desprovistas de un sentido pleno, auténtico y verdadero.
El aislamiento forzado, además de ser agotador y provocar mucho sufrimiento, ha sido la ocasión para vernos dentro de nosotros mismos, en profundidad y enfrentarnos con nuestra verdad, acerca de la relación con Dios y con los otros. Ha propiciado la experiencia de desierto, que en el lenguaje bíblico es un tiempo propicio. En el desierto los patriarcas, el pueblo de Israel, los profetas, y por fin Jesús, han hecho experiencia de Dios y lo han conocido verdaderamente. En el desierto todos ellos vivieron sus crisis, las superaron y nacieron a una nueva vida. La vida en Dios es Vivir en peregrinación y de paso por los desiertos, porque es siempre Pascua. Una Pascua en la que nunca vamos solos, “No os dejaré huérfanos, yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”.
Valeria