¿Habrá esperanza en alguna parte del mundo? 

Estamos cerca de la Pascua un año más y en Filipinas

16 abril, 2022
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Estamos cerca de la Pascua un año más y en Filipinas hemos tenido una oportunidad de hacer esa experiencia maravillosa de amor de hace dos mil años, donde Jesús dio su vida por nosotros. Recorriendo los momentos más importantes del Triduo Pascual, hemos reconocido en nuestro hoy la fuerza del amor entregado de Dios.

Lo hemos reconocido en el pan del amor. Junto a Él pusimos en la mesa nuestras debilidades y aquello en lo que nos sentimos frágiles.  Jesús lo toma, lo acepta y no reclama nada ni lo juzga.  De ahí brotan las ganas de cambiar y de hacerlo por amor.

El camino de la Cruz es otro lugar de luz sobre nosotros y de apertura a su forma de amar. Contemplamos en el Viacrucis que a Jesús le coronaron de espinas y nos dimos cuenta de que muchas veces nosotros también seguimos poniendo espinas en nuestra mente. Lo hacemos cuando criticamos, juzgamos o despreciamos a alguien. Y por eso, porque queremos liberarnos de esas espinas dañinas, hicimos un gesto de bendición sobre la cabeza de otro amigo como señal de perdón.

Jesús murió y lo enterraron en la tumba.  ¡Hoy el dolor y la amenaza de la vida es tan actual! Frente a la tumba de Jesús, vivimos un momento muy impactante. Nos vendaron los ojos y escuchábamos de fondo sonidos de ambulancias, metralletas, ¡qué susto escuchar el sonido de la guerra! Es como si la muerte nos entrara por los poros. Luego alguien pasó abrazándonos ¿Quién sería?  Se nos pusieron los pelos de punta. Y a la vez, qué reconfortante fue ese abrazo. Cuando nos destapamos los ojos vimos que era María. La Virgen está en medio de la noche. Ella sí está junto a nosotros, no se va, no nos abandona nunca.

Al final celebramos la alegría de haber sentido juntos el amor y la fe compartida. Nos dimos cuenta de que esto es la Resurrección de la que nace el compromiso de anunciar a nuestros amigos este amor.

Pues bien, ¡sí hay esperanza! Cuando un grupo de jóvenes se junta a rezar, a abrir el corazón, a llorar sus heridas y a cantar el gozo de la presencia de Dios en medio nuestro hay esperanza de que otro mundo es posible.

Ana Palma

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