El escándalo de la guerra ha sacudido a Europa estas semanas y el dolor por esta barbarie ha hecho que personas de todos los lugares recen por la paz. La semana pasada a través de un rosario virtual internacional ofrecíamos nuestra oración común suplicando el cese del conflicto en Ucrania.
Escuchar a los que viven directamente la agresión
Durante nuestra oración quedaban a un lado las cifras, las previsiones, las últimas noticias y emergía la vida de las personas que sufren directamente esta agresión. Qué importante son en momentos dramáticos las decisiones personales, la búsqueda de lo que conviene hacer más allá del impulso del miedo y el sentir del pueblo. De este amasijo de acontecimientos podíamos entresacar la fuerza que tiene priorizar el bien común junto con los demás. Y otro gran tesoro: la capacidad de la fe de reconocer cada día la presencia protectora de Dios.
Dice Jesús, que lo que decimos en lo escondido será pregonado en las azoteas. Las conversaciones de facebook o de whatsapp que hemos tenido con los ucranianos que conocemos y se han quedado allí se merecían este altavoz. En sus mensajes no pedían gran cosa. Sin embargo, agradecían mucho: la vida, que nos preocupemos por ellos y que recemos, el orgullo de pertenecer a un pueblo que se une y no claudica ante la agresión y la prepotencia, con la fe y el tirachinas de David.
El bien es más fuerte que el miedo
El bien es más fuerte que el miedo. Lo viven los ucranianos que se han decidido a defender su tierra. Lo viven los rusos que cada día se movilizan para decirle a su gobierno que están absolutamente en contra de sus decisiones y de esta atrocidad. Solo Dios puede sostener una valentía así y renovarla cada día.
Nos unimos en oración
Parece que quedan aún largos días de dolor. Que en nuestra oración no dejemos a nadie fuera: Pidamos por los que han aceptado ser protagonistas de la historia de su pueblo, por los que son víctimas y viven con dolor no poder hacer nada más que huir, por quienes de muchas maneras se solidarizan, por aquellos que son silenciados y perseguidos por oponerse a los planes perversos de su gobierno, por los jóvenes rusos y ucranianos que hubieran deseado cualquier cosa más que estar empuñando un arma en este momento. También por quienes no harán nada y se quedarán al margen, por quienes el miedo o sus intereses personales les apartarán de la búsqueda de la verdad y del bien. Ellos son los verdaderamente derrotados. Porque si no es para amar, ¿a qué hemos venido al mundo?
M. Carmen Izquierdo
Frente a la situación de Ucrania, ¿para qué sirve orar? Si te haces esta pregunta te recomiendo el video de café con fe de esta semana.
y también, si no lo has escuchado aún, el episodio solidaridad.