Hemos tenido en noviembre pasado una convivencia para jóvenes entre dieciocho y veinticinco años. Para los jóvenes y para nosotras las misioneras, ha sido una experiencia preciosa muy llena de detalles de Dios y muy misionera .
Quiero destacar la preparación de la misma en la que quisimos contar con jóvenes porque siempre es una alegría grande darles la oportunidad de transmitir su fe a otros jóvenes. Participó una chica que había estado asistiendo a nuestras escuelas de Evangelización. Ella preparó el tema de “Dios Padre” y lo transmitió con mucha valentía a pesar de ser muy tímida. Ha sido un gozo profundo ver a los jóvenes orar interpelados por lo que ella había predicado
La preparación del fin de semana fue muy misionera porque supuso lo primero de todo invitar a los jóvenes. Esto nos daba la oportunidad de dialogar con ellos y de escuchar de sus propios labios lo que viven. Cada predicación en la convivencia se convertía en un encuentro vivo con Cristo que sigue deseando llegar a tiempo al corazón de los jóvenes. Vimos el paso de Dios en los ellos durante el fin de semana. Es sorprendente que Jesús se regalara a través de nuestras pobres palabras y de nuestro pobre amor.
Y así, iban contando el fruto de la convivencia: Uno de ellos había reavivado la experiencia de Dios como Padre y expresaba su decisión de cuidar la relación con Él en la oración diaria y la eucaristía. A otra chica le había impactado mucho captar a Jesús acompañando su diario vivir y estaba animada a poner los medios para conocerlo más. Otra sentía la llamada a anunciar mucho más a Jesús en su ambiente.
Experiencias como éstas nos siguen impulsando en nuestra labor evangelizadora
Patricia Williems