Entregaré mi vida contigo

«Entregaré mi vida contigo» son las palabras que Jesús me dirigió

21 noviembre, 2020
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«Entregaré mi vida contigo» son las palabras que Jesús me dirigió en la oración, invitándome a renovar mis promesas de consagración. Apoyada en esta promesa, creyendo que su cercanía y amor me permitirán amar como Él, he ofrecido de nuevo mi vida a Cristo. Durante la misa, rodeada de personas muy cercanas y significativas para mí, renové las promesas de consagración, que hice por primera vez hace tres años en Argentina.

 

Uno podría preguntarse qué es lo importante de hacer promesas que no son ni primeras ni definitivas. Lo explicó excelentemente María Amparo, en la carta que nos escribió para esta ocasión, en nombre del Grupo Responsable de nuestra Comunidad: «Magda, hoy renuevas tu «sí» hasta el momento de tus promesas definitivas. Es como decirle a Dios: «Hoy te amo más que ayer, pero mañana te amaré más que hoy».

 

La carta de María Amparo, que leímos al principio de la misa, también me hizo sentir la presencia de toda la Comunidad de Servidores, que en este importante momento, desde diferentes partes del mundo, se unía a mí en oración. Sentí esta cercanía espiritual especialmente cuando leí la fórmula de consagración. Arrodillada ante el altar, dirigiéndome a Cristo Crucificado, experimenté cómo mi «sí» es sostenido y llevado a Dios por aquellos que rezaron conmigo en ese momento: familia, hermanas misioneras, amigos, sacerdotes, y todos aquellos que no estaban físicamente presentes, pero que yo llevo, y que me llevan, en el corazón. Fue una hermosa experiencia de Iglesia: Iglesia – Familia. Iglesia – Unidad.

Por eso al final de la misa, en la acción de gracias, las palabras que antes había entendido de Jesús: «Entregaré mi vida junto a ti», las dirigí a todos los allí reunidos: Yo, Magda, como misionera, daré mi vida junto a ti, hermano sacerdote, que pones tu vida al servicio de Dios y de su pueblo; junto a ti, hermanas y hermanos religiosos que predicáis el Evangelio con vuestra vida; junto a vosotros, padres que os entregáis a cuidar a vuestros hijos; junto a ti, joven que en tu trabajo, en tus estudios, das testimonio del amor de Dios. Mi «sí» es unirme a este gran río de corazones que ya aman.

 

Daré mi vida como Servidora del Evangelio, proclamando la Palabra de Dios y formando misioneros, porque Cristo me enseña a darla con Él, porque pone en mi camino a los hermanos que me alimentan con su entrega diaria. . . Gracias, Señor, por estar ahí. Gracias por estar aquí. ¡Mi vida os pertenece!

 

Magda Obarska

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