Nunca hubiera pensado que algún día iba a trabajar en una escuela primaria en Japón. Lo más lógico, en caso de habérmelo imaginado, hubiera sido verme como profesora de religión, por el hecho de ser misionera. Pero no, estoy trabajando como profesora auxiliar de los niños del primer grado.
Mi tarea consiste en ayudar a la profesora en lo que necesita durante la clase: Estoy pendiente de si los niños siguen la clase o están perdidos. Ayudo al que va más lento, o resuelvo problemas tales como no encontrar el cuaderno o el estuche. Si les duele algo, los acompaño si necesitan ir a la enfermería, o simplemente los escucho e intento consolar.
La escuela primaria de Caritas, así es su nombre, es una escuela católica fundada por unas religiosas hace casi sesenta años en un barrio llamado Noborito, provincia de Kanagawa en Japón. En esta escuela católica se enseñan los valores cristianos. Los niños aprenden la oración y van conociendo a Dios. Pero aunque es una escuela católica, los alumnos y los profesores en su mayoría no son católicos.
En Japón la educación cristiana es muy valorada por la sociedad. Por eso, muchos padres quieren dar a sus hijos educación cristiana y están abiertos a la fe. Aunque muy pocos se bautizan después de haber pasado por el colegio, sé que Dios se cuela en estas pequeñas vidas a través de la oraciones de la mañana y al finalizar la clase. También rezamos antes y después de comer. Y así poco a poco, los corazones se van empapando del amor de Dios que es gratuito y que espera a cada hijo con cariño.
Para mí ¡es toda una aventura!: el desafío del idioma japonés, el contacto con los profesores y los padres y, por supuesto, el contacto diario con los niños. Ellos me ven extranjera y al principio me miraban con curiosidad y un poco de timidez. Yo, claro, también los miraba así, estar con ellos era un mundo nuevo para mí. Ahora en realidad llevo sólo dos meses, pero siento que me voy acostumbrado y cada día voy disfrutando más del regalo de poder ser parte de las vidas de estos niños.
En la escuela se hacen diferentes actividades deportivas o culturales, también los niños están criando dos ovejas y dos cabras. Les dan de comer, les limpian el establo, y les llevan a pasear durante los recreos. Valoro mucho que se les educa para ser personas libres y abiertas al mundo. Creo que esto es muy importante para ser feliz sea cual sea sea su vida futura. Me alegro de poner ahí mi granito de arena.
Desde Japón,
Aneta Plonecka