Escribo estas líneas desde Lomé para contarles sobre la convivencia de 3 días que realizamos para chicas de secundaria de entre 14 y 17 años. En un ambiente de sencillez y fraternidad hemos tenido la oportunidad de experimentar el amor de Dios en nuestras propias vidas y encontrar respuestas a nuestras preguntas. Entre las charlas, la oración, los juegos y las diversas actividades participaron con toda su energía vital. Nos dieron esperanza y ganas de seguir ofreciendo toda nuestra vida a Cristo, ¡para que Él pueda transformar el mundo transformando los corazones!
Algunos testimonios:
Me llamo Marie Fidèle. Tengo 14 años. He venido a esta convivencia con la idea de averiguar: ¿quién es Dios realmente? ¿Qué rostro tiene? ¿Y dónde está cuando le invocamos? Un momento en particular que me conmovió: nos enseñaron sobre el amor de un Padre por su hijo, y recibimos una carta de «Dios Padre». Como resultado, descubrí el amor de Dios por mi vida y supe que Dios está a mi lado, incluso en los momentos difíciles, sufre conmigo. Hermanos y hermanas, quiero dejaros con esta frase: «Somos preciosos a los ojos de nuestro Padre».
Hola, me llamo Prudence y tengo 14 años. Es la primera vez que participo en una convivencia con las Misioneras Servidoras del Evangelio. Tenía dudas, a menudo me dicen que Dios me ama. Lo sé, pero a veces me preguntaba si Él me ama tal como soy, porque por mi aspecto todos mis amigos se burlaban de mí.
Cuando llegué a casa de las hermanas, me acogieron como si nos conociéramos de toda la vida. Durante la convivencia nos hicieron comprender que Jesús sigue teniendo sed y hambre en nuestros hermanos, y que está en cada uno de nosotros. Cuando hacemos algo para ayudar a alguien, estamos amando y ayudando al mismo Jesús. Pero también me ayudó a comprender que Dios me estaba amando a través del amor de mis amigos, mi madre y de otras personas. Me gustaría que otros jóvenes como yo pudieran venir y vivir esta experiencia.

Hola, me llamo Léonce. Tengo 15 años. A lo largo de este fin de semana, he reforzado mi fe en Dios y he querido acercarme más a Él.
Descubrí que Dios es maravilloso, que me ama y me aprecia tal como soy. También me di cuenta de que Él quiere que ayude a sus hijos a acercarse a Él, para que se sientan amados por Él. Otro aspecto que me trae tanta paz es saber que allá donde vamos, y en todo lo que vivimos, Él viene con nosotros, que podemos «llevarlo» con nosotros como un gran manto, Su Amor protegiéndonos y guiándonos. Gracias.
