Diario en aires de guerra

Os quiero compartir este diario en aires de guerra desde  Mi´ilya.

12 octubre, 2023
  • 12
  • ISRAEL

Os quiero compartir este diario en aires de guerra desde  Mi´ilya. Parece un día normal. Como cada sábado nos ponemos a preparar la catequesis de los niños. El tiempo es bueno y seguramente va a venir un buen grupo. A las 9 más o menos llega un mensaje de la embajada alemana avisando de bombardeos desde la Franja de Gaza. Suenan aires de guerra. Esto ya es algo conocido. Cada cierto tiempo llegan estas noticias y la vida sigue normal, mientras así se expresa la ira e impotencia de un pueblo oprimido desde hace mucho tiempo.

Pero hoy era diferente. Comienzan a llegar mensajes de personas preocupadas diciendo que cancelemos el encuentro. Llamo al responsable de la seguridad del pueblo. Él me pregunta cuántos niños van a ser y dónde lo vamos a hacer. Cuando escucha mis respuestas, me dice: ¨Podéis hacer el encuentro, y si hay algo, entráis en el bunker.¨   ¿Qué hay que decidir? Al final optamos por no hacer el encuentro, porque, si hay una probabilidad, aunque sea pequeña, de que haya ataques aéreos, no tomamos la responsabilidad de niños pequeños.

Intentamos enterarnos de lo que de verdad está pasando. Se ve que en el norte no hay reacciones y todo está tranquilo. Así, la vida sigue normal. Me queda una cierta tristeza. Ya estoy acostumbrada a hacer distancia de lo que viven mis hermanos. Porque si no lo hago, no soy capaz de vivir aquí, donde siempre hay violencia, y mueren personas, en un círculo vicioso de violencia que no tiene fin.

 Es el dilema del misionero: cuidar de que el mal no me atrape ni me cierre el corazón. Y a la vez aceptar que soy parte de un mundo envenenado, que no está en mis manos rescatar. ¿Y qué hago aquí? ¿Colaboro con la indiferencia? “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios “(Mt 5,8) .  Lo que puedo aportar, es este corazón que no se deja envenenar, que se resiste a pensar en categorías de amigo y enemigo, y que se permite la distancia de vivir mirando más allá, hacia Aquel que es el único capaz de curar y sanar lo que el hombre destruye. Ser esta persona que se mantiene en la brecha. (Ez 22,30) . Alguien que no se hunde con el pueblo porque ve a Dios.

Dias

El primer día la situación se desarrolla aparentemente tranquila. La vida no cambia, no se oye nada diferente de lo usual. Sólo los medios de comunicación y las noticias hacen entrar el mundo en mi pequeño horizonte.  En la mente está la preocupación, pero el corazón aún no lo capta. Leyendo las noticias, hablando con personas se llena con realidad. Pero existencialmente me siento cuidada y segura. Quizás es ingenuo o tal vez es confianza basada en una ya larga experiencia de que Dios nunca me ha fallado y todo en mi vida ha sido bien preparado por el Señor. Ya durante el segundo día se escucha sobre algún incidente en la frontera del norte, que es donde vivimos nosotras. La gente comienza a preocuparse más. Sin embargo, todo sigue normal. El grupo de oración es normal. Pero todos después están pegados a los teléfonos y a las noticias.

 

Mientras estamos orando, se escuchan ruidos raros como de camiones grandes. Después hay silencio, pero algo más tarde, vuelve el mismo ruido. Bajamos a la calle principal y vemos un alboroto de gente y coches. Un convoy de tanques se mueve lentamente por la calle estrecha, rompiendo el asfalto con las cadenas, con mucho ruido de los motores de gasoil. Chicos jóvenes, alguna chica también se ve en los coches. Son conscientes de que están yendo hacia una lucha real. Ya no es maniobra, ni juego militar.

La realidad se impone. Me duele el corazón viendo estas vidas jóvenes, obligadas a exponerse a una guerra. El vecino me cuenta de un amigo suyo, judío cristiano que tiene 4 hijos que están alistados en el ejército.  Qué triste. Y esto por la historia larga de mal que causa mal, de violencia que fuerza al otro a la violencia. Y al final somos nosotros mismos que nos imposibilitamos la vida, porque nos tenemos que defender. Si no, nos matan. Ojo por ojo y diente por diente. “Líbrame de la sangre, o Dios”, pide el Salmista (Sl 51,14), sufriendo la impotencia de parar esta cadena.

El olor de la guerra llegó. El sabor triste de un mundo que se alejó ya hace tiempo de creer en la bondad de Dios y por eso genera la perversión en la mente de tantos y tantos.

 

Hoy, el tercer día, se escuchan muchos aviones. El pueblo está nervioso. En las tiendas se acumula la gente comprando lo necesario para todo un tiempo en el que igual no va a haber agua o luz u otra cosa. Me alegra el corazón la pregunta de varios vecinos, de si tenemos todo en casa, si necesitamos algo. “Somos una familia y yo he comprado suficiente. Si os falta algo, decidlo” … Esto es el otro lado, el corazón de hermano que no muere, que aún está despierto.

 

Ya llegamos al cuarto día de esta guerra. Escogiendo una canción para la oración me venía con fuerza la canción de Martín Valverde: “Te alabo en verdad”. Hace algunos años él visitó nuestra casa y fue precisamente esta canción la que cantó en nuestra capilla: “Aún en la tormenta, aun cuando arrecie el mar, aún lejos de los míos, aún en mi soledad: Te alabo, te alabo en verdad- pues solo a ti te tengo, tú eres mi heredad”.  Me brotan estas palabras desde lo más hondo de mi corazón: Sí, aún hay muchísima razón de alabar a mi buen Dios, porque no se retracta de su tierra maleada por el odio.

 

Por la mañana me despierto y me sorprendo: no ha pasado nada, estoy viva, los míos están todos, la vida sigue siendo vida, sigue bella, sigue con sus posibilidades de amar, de entrega.  Me sorprendo de que en mí no exista la opción de huir. Estoy aquí en el lugar donde Dios me ha puesto, donde está mi casa, mi pueblo, mi gente.  En la misa de la mañana sale la lectura de Rom 8,28ss:” Sabemos que Dios dispone todo para el bien de los que le aman” Las palabras me llegan al corazón y en mi interior sé que son verdad, la única verdad, lo cierto. Y Dios nos las está repitiendo ahora, en esta situación.

Ayer por la noche se volvieron a escuchar explosiones y fuego de artillería cerca de nosotros. Sin embargo, no hubo alarma. Se van publicando los nombres de los soldados fallecidos. Me duele ver las caras de chicos y chicas jóvenes que tenían toda la vida por delante. Sufro pensar en sus familias. Mientras mi corazón está reconciliado, todo se hace vivible y habrá Vida. Pero donde el odio entra, nos corroemos desde dentro y el corazón se hace como un campo minado.

“Señor, protege, sobre todo nuestro corazón y el de todos que están afectados por la situación. Pon tu mano que nos cuida para que sintamos todos tu vara y tu cayado que nos mantienen vivos en este valle tenebroso”. (Sal 23).

Me alegra la iniciativa de nuestros jóvenes de rezar el Rosario por la paz e invitar a toda la gente de todo el mundo que conocen. Sí, hay vida y esta vida seguirá creciendo.

Monika Kramer Israel SEMD

 

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Preparando la Navidad en medio de la guerra […] Monika desde Tierra Santa […]
ula doniecka Gracias por tus oraciones.
Ana Paula Nascimento Querida Monica un fuerte abrazo a toda la comunidade. Que se possam abrir caminhos de Amor e Paz.
ula doniecka Gracias por tu mensaje. Seguimos rezando por la paz.
Lino Para que o ódio também não nos domine e não nos transforme em seus servos, a esperança parte da oração. Ave Maria ...
M Luisa Rosado Gracias mil por tu testimonio. Escucharlo me ha remitido al Señor de la vida. Estamos siempre en buenas manos. "Todo contribuye al bien de los que le aman". Escuchar una palabra de Evangelio, de buena noticia, en medio de la guerra, me hace creer y vivir en la esperanza de que otro mundo es posible. Gracias, gracias por tu palabra de gracia, por tu ser y estar-con, de nuevo, por tu testimonio. Os acompaño con mi oración y comunión.
Liliana Calderon En oración con ustedes desde el fondo del corazón 🙏 Dios los bendiga y proteja ❤️
Herminia Martinez Pasadas Estoy unida a vosotros en la oración de rosario por la Paz. Ojalá que lleguen nuestras oraciones a nuestro Padre celestial e inunde el corazón de todos de bondad. 🙏😇
Maria Me uno a la oración por la paz 🙏
María Isabel Cruz Calle En oración, me uno para que la humanidad entienda y reconozca el amor y misericordia de Dios por su pueblo. Dios acompaña a ésta comunidad en Israel, Él las proteje. Fuerte abrazo desde Colombia.
Paola Gracias hermanas por vuestras vidas entregadas en esta Tierra.
Ilda Ribeiro Rezo por vossotras, Monika. Que el Señor vos proteja e abencoe, vos dê la fuerza e luz que necessitan. fuerte abrazo!
ula donieckaDiario en aires de guerra