Ya llevamos seis días en esta guerra absurda. Ya hay una cierta rutina en esta situación de excepción. ¡Qué capacidad tenemos de ubicarnos y hacernos a la vida! Creo que esta es una de las grandes capacidades que tiene el hombre, capaz de ubicarse y seguir encontrando vida, sean cual sean las circunstancias. Al mismo tiempo es su gran peligro. También nos hacemos al mal, nos acostumbramos a un mundo al revés. Os escribo mi diario en aires de guerra 2.
Los acontecimientos nos despojan de muchas cosas, de hábitos conscientes o no conscientes, queridos o no. Las escuelas han vuelto a la enseñanza a distancia, on-line. Todos están en casa. Renunciamos a las excursiones que habíamos planeado, a encuentros presenciales. A la fuerza volvemos a lo más esencial. Es La pregunta: ¿qué necesito vivir para que mi vida siga teniendo su sentido?
Siento dentro de mí que aquello a lo que no puedo renunciar es a que el amor fluya por mí. Tengo la inquietud de poder estar cerca de aquella gente que no puede salir de sus casas para buscar refugio fuera de sus casas. Qué impotencia debe de sentir una persona, al darse cuenta de que está expuesta a lo que pueda pasar sin posibilidad alguna de protección. A ellos sólo les queda la confianza en que Dios les va a proteger. Con una señora del pueblo voy haciendo visitas a gente enferma y mayor.
Me sorprende la calma de la gente. Ellos han vivido muchas situaciones desafiantes en sus vidas y dejan las riendas a Dios. No hay quejas, ni la pregunta del por qué. Me dicen: ¨Pasará lo que tenga que pasar. ¨ Lo que más les duele son las imágenes de niños afectados por la guerra, de estas muertes inocentes. Rezamos juntos un misterio del Rosario y encomendamos la casa a la intercesión de la Virgen. Esto es lo que les puedo dar. ¿Es poco? Quizás es un panecito de aquellos cinco que al final abastecieron a cinco mil personas, un número mayor del que tiene nuestro pueblo.
Pero también encontramos a veces una fe que roza la superstición. Hace algunos días estuvimos en una misa. Justo después de la consagración sonaron las sirenas con sonido de ataque aéreo. Se supone que todos tendrían que salir al refugio. Pero el sacerdote dice que hay que seguir la misa, porque si está Jesús, la iglesia es más segura que el refugio. Siento rabia, porque aquí hay vidas de personas en juego. ¿Será que los coptos que murieron en el ataque a su iglesia tenían menos fe que nosotros y Jesús no los protegió? ¿Será que los libaneses que murieron en sus iglesias en la explosión de Beirut no rezaron bien? Noto que es inútil argumentar esto, porque la respuesta es que no tienes fe y por eso tienes miedo. No quiero enfrentarme con el sacerdote, porque lo que menos necesitamos ahora son divisiones entre nosotros. Así, la misa sigue hasta el final. Gracias a Dios no pasó nada.
Pero siento la rabia por dentro. Recuerdo a mi abuelo al que nunca conocí, porque falleció el último día de la segunda guerra mundial, porque no llegó al refugio y le encontraron debajo de los restos de su casa. Después de la misa vuelve a sonar la alarma. Corremos al refugio. Hay bastante gente, muchos chicos jóvenes que tenían un encuentro de voluntarios. Pero también madres con sus hijos. Los niños confundidos y llorando. ¿Qué debe de causar esta inseguridad en el alma tierno de un niño?
Al volver a casa nos dan la información de que se ha visto gente armada viniendo desde el Líbano con paracaídas, que ha entrado al pueblo de al lado. Se ha dado aviso en todo el norte de cerrar bien la casa y apagar todas las luces y esperar hasta que se diga que el peligro ha pasado. La vecina nos llama para decirnos si queremos ir a su casa. Decidimos quedarnos en la nuestra. Ahí tenemos todo y el Señor está en la capilla. Estuvimos más o menos una hora hasta que llegó el mensaje de que todo pasó. Al final supimos que era una alarma falsa.
Desafío de unirnos en oración
El día 17 de octubre tuvimos una vigilia de adoración al Santísimo por la paz, como lo había pedido el Patriarca Latino. El primer desafío era el de unir todos los grupos de la parroquia en una misma oración. La tensión en el ambiente no favorece la comunicación sosegada. Pero al final, nos pusimos de acuerdo y fue una experiencia bonita de vernos todos juntos rogando al Señor que nos dé SU paz, ya que todos vemos que la solución de esta guerra no viene de los hombres.
Tuve la oportunidad de confesarme. Y el sacerdote me dio como penitencia abrir la Biblia al azar para recibir la Palabra que Dios me quería regalar. Me salió el Cantar de los Cantares en el capítulo 8: ¨ ¿Quién es esta que sube del desierto apoyada en su amado? El Amor es más fuerte que la muerte. Grandes aguas no lo apagarán¨ Al final de este día el Señor me está hablando de nuestro amor. ¡Qué bonito! En este tiempo más que nunca, serle su esposa, lugar donde puedo descansar y encontrar un oído abierto a lo que pueda necesitar.
Hoy es 18 de Octubre. Me doy cuenta de que es la fiesta de San Lucas, el día de mis votos perpetuos. La confirmación de una historia de amor, de la fidelidad de mi Dios a quien he consagrado mi vida. Me vienen las palabras de Karl Leisner un beato alemán que escribe bajo las amenazas de los nazis: “Cuando era joven, escribí: Cristo, tú mi pasión. Hoy lo repito, terriblemente sobrio, pero clarificado ¨Jesucristo, mi amor y mi todo. A ti te pertenezco entera e indivisiblemente¨ Alianza de amor con sello de la cruz – así dice una canción que me gusta mucho. Jesús ha sellado ya nuestra alianza con su sangre.
Ahora, en estas circunstancias le puedo declarar al menos mi deseo de no escaparme de sellar este amor de mi parte también. Ahora lo sello con mi sí a la misión que Él me ha confiado, a unir mi vida y destino a la vida y el destino de mi gente. Para que experimenten que Dios no se ha encarnado, para escaparse en la hora de la dificultad. El es fiel a su amor y Su alianza de amor es firme y no depende de las circunstancias.
Las últimas noches fueron interrumpidos por el sonido de fuego de artillería pesada. En el silencio las detonaciones resuenan como truenos, como si estuvieron directamente delante de la casa. Las ventanas tiemblan como si quisieran romperse. Todo dura una hora o dos. Al principio me asusto con cada detonación. Y me pregunto qué hay que hacer. Intentamos ver en las noticias qué pasa. Entendemos que ha habido ataque de misiles en un lugar un poco más al noreste de aquí y ahora están bombardeando lugares estratégicos en el Líbano.
El único comentario del encargado de seguridad en el grupo de WhatsApp del pueblo es: ¨Son tiros reales. ¨ Eso, porque el día anterior avisaron que iba haber tiros por unos ejercicios militares. Pues, por el momento no hay alarma. Así, lo mejor que podemos hacer, es dormir. Le digo al Señor que nos cuide y que me despierte, si hiciera falta. Me pongo en sus manos, de hecho, es esta la última realidad. Y esto me da paz. No puede hacer nada.
Y me viene el Salmo 3,5: ¨Me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene¨ Realmente, me despierto por la mañana, y constato que he dormido. Llego a la cocina y veo el sol saliendo sobre las casas – sobre buenos y malos – bello, brillante, lleno de promesa de vida. ¡Qué misterio! Presencia de lo más bello, lo más santo que penetra este mundo y lo vuelve otra vez a llamar a la vida de belleza.
Nos llega algo de esta belleza por medio del cuidado de los hermanos. Por la mañana nos llama un hermano carmelita desde Haifa preguntando qué tal estamos. Nos ofrece que, si necesitamos dormir alguna noche bien, vayamos a su convento. Somos bienvenidas allí. También unas religiosas de Nazaret nos ofrecen una habitación si hace falta. No estamos solas. Hay mucha gente de buena voluntad que nos ofrecen su casa y cercanía.
Por la mañana hablo con una hermana religiosa del pueblo al lado. Compartiendo nuestra oración sentimos que Dios nos necesita aquí y decimos que, si hay que salir de aquí, saldremos juntas. Nos vamos a cuidar unas de las otras. Es un regalo poder expresar unas con otras nuestra búsqueda.
Otro día más. Todo parece tranquilo aquí. Las noticias desde Gaza son terribles. Y según el canal de noticias que abrimos, se pintan las cosas de un color u otro. Pero el denominador común es que son vidas de hombres, mujeres y niños que están pagando esta locura. Cayó un misil en un hospital en Gaza. Sea quien sea el culpable, los muertos ya no volverán. Y lo seguro es que, si viviéramos como hermanos, todos ellos aún estarían con sus seres queridos y podrían recibir tratamiento médico como lo podemos recibir aquí.
Como durante todo el día no se escucha nada, me pillo ya pensando que igual pasó lo peor…. Pero por la tarde, de repente mi móvil comienza a vibrar y a sonar con sonido de sirena. Comprendo: ¡Es aquí! Es la aplicación de seguridad que avisa una alarma donde estoy. Tranquilamente nos sentamos en el espacio delante de las habitaciones de dormir. Es el único lugar un poquito protegido en nuestra casa. Sin embargo, no se escuchan las sirenas del pueblo. Parece que no era tan cerca.
Entonces, decidimos seguir con nuestro trabajo. Después de poco tiempo comienzan las fuerzas israelíes a bombardear objetivos en el Líbano. Ya había pensado que lo de la noche fue fuerte. Pero estos sonidos lo son aún más. En el mismo momento comienza a llover fuertemente. Me es simbólico. Como si el cielo llorara. Seguro que nuestro buen Dios llora cada herido, cada muerto, cada disparo que marcará la vida de los soldados jóvenes que lo lanzan.
Subo hacia arriba a la biblioteca para dejar allí algunas cosas. Me encuentro allí con dos chicas universitarias estudiando. Les explico lo que está pasando y les digo de salir de estos lugares, porque son el último piso y no hay nada de protección. Les muestro los lugares más seguros, para que sepan a donde ir cuando suenen las sirenas. Hablamos un poco. Su pregunta es. ´Tú te podrías ir. ¿Por qué te quedas?
Tiempo de oración
Necesito tiempo largo para orar, para que los acontecimientos no me atrapen. Cuando me encuentro delante de Dios, entro en paz profunda, en la profunda seguridad de su presencia y protección y de que estoy ahí donde tengo que estar. Quiero seguir amando con todas mis fuerzas, estar con Jesús trayendo amor y bondad. Leo el poema del Padre Arrupe “Estar con Jesús”:”
Estar con Jesús como opción personal entraña una radicalidad, la del todo que ha de ser ofrecido. Ningún sector de nuestra vida puede eximirse de este seguimiento…”. Así quiero vivir. Esta vivencia me centra mi pensar y me pide implicarme. No quiero permitir que lo de fuera me encierre en una vida reducida a la pasividad de esperar lo que me digan. Necesito amar, salir, cuidar a mi gente. Le pido a Dios que me ayude. Porque me siento muy pobre a la hora de organizar cosas. Le pido el Aarón que me ayude.
Cuando volvemos de nuestro retiro, nos llaman de la municipalidad preguntando si estamos dispuestas a unirnos a un grupo de voluntarios para atender a la gente mayor, para estar disponible para lo que haga falta. Directamente le digo que sí. Me parecía la respuesta de Dios a mi petición.
Una y otra vez me sorprendo de lo normal que es la vida. Nadie aquí es un héroe, vivimos sencillamente. Comprendo que un santo no se hace en grandes decisiones. Son las decisiones sencillas de cada día. La hora de la decisión grande también es parte de la vida sencilla, es lo que estoy viviendo en el momento presente. Comprendo, porque Dios le dice a Abrahán: ¨Sé entero¨.
En esto se juega la paz del corazón y la capacidad de escuchar la voz del silencio detrás de los truenos y fuegos, detrás de los vientos huracanados que destruyen y devastan. Sé entero significa contemplar a los pájaros que siguen cantando, porque saben estar en cada momento delante de su creador sin preocuparse por el día que viene. Esto se me regala, cuando mi todo está ofrecido e invertido para Dios. Esta es la gran calma donde se camina sobre las aguas con confianza y alegría.
Me acuerdo de una canción alemana que me gustaba cantar como joven: “Nuestra esperanza vence al miedo negro. Ya estamos viendo el arco iris de la alianza. Soñamos el futuro – PORQUE ERES TÚ NUESTRO DIOS”. Estas palabras siempre me han sido un grito de rebelión contra la resignación y han mantenido mi fe en muchos momentos. Y ahora vuelven a resonar en mi corazón con más razón y más fuerza. Porque eres tú nuestro Dios….
Me ayuda la oración de los monjes orientales que repiten como jaculatoria estas palabras tan sencillas y tan profundas: “Jesús, hijo del Dios vivo, ten misericordia de nosotros pecadores” Lo digo por mí y por todos, por los que han causado esta situación durante la historia, por los que no saben manejarla, por los que en su plena libertad deciden la muerte de otros. Irhamna – Kyrie Eleison – ¡ten piedad!
Qué cruel es la guerra. Nos divide sin quererlo. Me entristece una conversación corta con una mujer judía argentina. Siempre nos hemos entendido bien, aunque nuestras experiencias son muy diferentes. Ella nos ha explicado mucho del mundo judío y nosotras la hemos introducido en el mundo árabe. Ha sido una riqueza. Pero ahora sentí de su parte el reproche, distancia y rencor. Y lo comprendo, porque tienen familiares cerca de la franja de Gaza que sufrieron los ataques muy de cerca y fueron evacuados a Eilat. Sin embargo, no puedo asentir a todo lo que dice. La dejo expresarse sin comentar lo dicho. Le digo que sólo Dios puede crear el futuro. Pero me entristece cómo se crean distancias sin poder evitarlo. Esto es el drama que afecta hasta la gente de buena voluntad.
Una profesora judía de hebreo escribió en su Facebook que siente la rabia y el deseo de revancha. Pero dijo: “Porque creo que violencia no puede traernos la paz, domino mi deseo de venganza y sigo buscando el perdón.” Que Dios le dé la fuerza.
Monika Kramer SEMD Israel
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