
Desde tu mirada
En un ambiente de fraternidad con hermanos y hermanas de distintas partes de España he tenido la inmensa suerte de participar en los Ejercicios Espirituales que se han celebrado en Espinosa de Henares (Guadalajara – España) los días 21 al 26 de agosto. Digo inmensa suerte porque he podido vivir una experiencia intensa de oración en la que el Señor ha sido el verdadero artífice de un encuentro personal lleno de frescor y sencillez.
Los días previos fueron preparando mi corazón. Llegué un par de días antes del inicio buscando descansar o echar una mano y el Señor me regaló un día precioso en medio de la naturaleza en Valverde de los Arroyos para que lo saboreara junto a Él. Como suele decir el Papa Francisco, Él fue tomando la iniciativa, «primereando» desde mi llegada.
De estos días guardo como un tesoro pequeñas intuiciones que quizás ya estaban en mi corazón pero necesitaba volver a oírlas. Sentí que se iban confirmando a medida que escuchaba las predicaciones de las misioneras. Son cinco:
- «En el deseo más profundo de nuestro corazón se encuentra Dios»
- «Si me quitas la humanidad de Cristo qué difícil me va a ser rezar»
- «Necesito tomarme a mí mismo en serio»
- «Hay que ver la realidad con los ojos y el corazón de Dios«
- «Dios está en el corazón de las personas, enterrado pero resucitado, no está muerto»
Estas intuiciones son indicadores en el camino. Sé que la belleza está en el camino mismo y que debo dejarme sorprender, vivir en la confianza, muy de la mano de María, amando más al modo de Jesús. Puede parecer un imposible. Así lo creía yo hasta que la última noche, después de una velada divertidísima repleta de ilustres invitados, que fueron llegando cuando cada uno de nosotros se transformaba en ellos con una peluca y cuatro trapos. Pues bien, en esa velada de risas recibí un regalo maravilloso de parte del Espíritu Santo. El Don que se me «regalaba» era vivir bajo la mirada de Dios. Verme desde Él ha puesto en mí el deseo de corazón de poder mirar a mis hermanos siendo instrumento del Amor Misericordioso de Dios, el mismo amor que Él ha tenido conmigo.
Kiko Ruíz