Ley del péndulo en la vida
En una conversación normal, ¿cuántas veces usamos palabras como: todo, nada, siempre, nunca, todos, ninguno? Yo confieso que muchas y que lo hago sin darme cuenta. Según mi profesor de English Composition en el City College de San Francisco no se trata solo de palabras. Es un error mental, denominado Generalización Apresurada. Una falacia en la que la mayoría caemos indebida y peligrosamente. ¿Por qué? Porque sigue la ley del péndulo: de un extremo a otro. Y esto lo hacemos tanto a nivel personal como global. Ir a bandazos es lo que hemos vivido a lo largo de toda nuestra historia, inclusive ahora. Hemos pasado de un confinamiento total a macrobotellones. De sólo convivientes a macrofiestas. De gobiernos progresistas a fundamentalistas. Hasta la Naturaleza se ha visto afectada por nuestro desequilibrio: calor extremo- frío glaciar, sequía-inundaciones, bosques poblados-tierra yerma.
Pasar a la ley del metrónomo
¿Qué nos está diciendo el Espíritu a través de todo esto? En mi opinión, necesitamos pasar de la ley del péndulo a la del metrónomo. El metrónomo es un aparato que sirve para marcar el tempo de una obra musical. Consta también de un péndulo en la parte inferior, unido a una varilla con una pesa en la superior. Depende de la velocidad que uno quiera la desplaza hacia arriba o hacia abajo. Y ahí está la clave, en la pesa. Ahí está escondida la semilla del Verbo.
La ley del metrónomo sería el elemento regulador para no ir a bandazos. Aristóteles la define como templanza: el punto medio entre dos extremos. ¿Según la Iglesia? Una de las virtudes cardinales que nos ayuda a mantener el equilibrio y dominio de uno mismo. Pero esta palabreja nos es más rara que sus antónimos: abuso, exceso, imprudencia, desenfreno. “El hombre cuyo espíritu no tiene rienda es como una ciudad derribada y sin muro” Prov. 25,28.
Aprender la lección
El Papa Francisco expresaba: “La pandemia de coronavirus nos ha enseñado qué fácil es, aun cuando estamos todos en el mismo barco, retraernos y pensar sólo en nosotros mismos. Partamos de que todos somos frágiles y nos necesitamos unos a otros”. Cuestión del péndulo que nos separa o del metrónomo que nos coordina ¿Habremos aprendido la lección?