“Hermanas, tenemos una propuesta de misión. Nos encantaría hacer algo en torno a la ecología: plantar árboles…”. Esta propuesta de los jóvenes de Dapaong vino al encuentro de lo que el Espíritu Santo nos había susurrado: poder comprometernos juntos con el cuidado de nuestra Casa Común.
En pocas semanas preparamos la misión con un amigo, Paul, ingeniero agrícola. Conseguimos las plantas de árboles, convocamos a los jóvenes y partimos un domingo por la tarde para el campo del Centro Misionero. Los chicos fueron llegando en gran número. La jornada de misión ecológica empezó con la plantación de los árboles, después hicimos oración frente a lo que habíamos plantado y tuvimos una reflexión en torno a la “ecología y la educación”. Dios ha puesto en nosotros la interpelación a participar en la Obra de Dios con la Creación y este día la afianzó.
Florence, que estuvo con nosotros, nos decía: “He quedado interpelada sobre todo por la plantación de los árboles. Ese día por la noche escuche una pequeña voz que me decía: “Florence, ¿sabes que hoy me has dado vida?” No comprendía quién me hablaba pues estaba sola. Entonces me acorde que había plantado los árboles con los otros chicos en el Centro. Ahí comprendí que era el Señor que me hablaba y sentí que mi corazón se llenaba de alegría, una alegría que nunca había experimentado y que nadie me la puede arrancar hasta hoy. Esta alegría me acompaña y me motiva porque comprendí el Señor existe verdaderamente y que está con nosotros en los momentos en que nos damos a fondo. Esta experiencia me hizo crecer en el amor y disponibilidad para con aquellos que me rodean.”
Paul nos había explicado cómo teníamos que plantar los árboles: “hay que tratar la planta como a un bebe, con cuidado. En torno a la planta hay que limpiar bien el terreno y poner paja para ayudar a que se conserve la humedad en la tierra”. Gladis nos cuenta cómo ese cuidado la ha despertado para cuidar de la creación y de los demás: “Dios ha trabajado mucho sobre la tierra. Nosotros los hombres también somos parte de su creación. Somos nosotros los que debemos cuidar de la naturaleza y de cada criatura. Tal como Jesús nos cuida así nosotros debemos cuidar la creación. El sistema ecológico tiene necesidad de nuestra ayuda para poderse desarrollar. De esta forma participamos en la creación de Dios, somos co-creadores con El.”
Colaboramos con la creación no en una jornada puntual sino día a día. Haberlo hecho juntos nos ha confirmado esta inquietud por la casa común. Por eso, y para que otros se animen seguro que la segunda misión ecológica llegará.
María Leao