Como mendigos esperando a su Señor

La pandemia que se ha extendido  al mundo entero, también ha llegado

20 mayo, 2020
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  • ISRAEL

La pandemia que se ha extendido  al mundo entero, también ha llegado a Israel. Sin embargo tenemos la suerte de que en nuestro pueblo de Miilya, de tres mil habitantes al norte de Galilea, no ha aparecido todavía ningún caso. Aún así cada persona lo vive de forma muy diferente: Hay quienes están  enviando a sus hijos a la escuela y quienes por miedo prefieren que los niños se queden en casa al cuidado de sus abuelos y jugando en el jardín. Los  que viven como si nada son los jóvenes. Siguen yendo siempre en grupo y no cumplen las reglas de distanciamiento, por más que se les diga. Y luego están los adultos mayores. Ellos viven este tiempo con mayor precaución.

Nosotras, desde que se inició el confinamiento, continuamos realizando nuestras actividades por Zoom. Esto nos ha dado la oportunidad de convocar a jóvenes de Jordania, Belén y de diferentes ciudades de Israel en un mismo encuentro. Hasta ahora algo así era inédito.

Con la desescalada  se nos ocurrió ir a rezar con un pequeño grupo de jóvenes un misterio del rosario a la puerta de las casas de la gente mayor, que en este tiempo se sienten más solos.  Ver su alegría por este gesto ha sido una gran alegría para nosotros. Cuando rezamos el rosario con ellos notamos su miedo y el cuidado que ponen en adoptar todas las precauciones respetando las distancias y saliendo a rezar algunos de ellos con mascarilla.

En nuestro pueblo, totalmente cristiano, es en la Misa donde se nota más que estamos en tiempos de coronavirus. La prescripción es que dentro del templo solo pueden estar veinte personas y estas han de ser o jóvenes o adultos. En la calle se quedan los ancianos y los niños porque tienen prohibida la entrada. Conmueve ver a estos abuelos “escuchando” la misa y esperando hasta el final de la celebración, momento en que se abre la puerta y pueden entrar uno por uno para comulgar. Son personas a quienes la vida les ha enseñado que sin fe y sin Dios no son nadie y no pueden nada. Ahora, como mendigos permanecen en la puerta del templo hora y media esperando a su Señor, al Pan de la Vida. Maravillosa lección.

Paula Guerreiro

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Carlos González Prieto Hermoso testimonio de fe. Los que han pasado duras pruebas saben esperar. Gracias
ula donieckaComo mendigos esperando a su Señor