¿Cuál es el deseo de Dios para mí? Con esta pregunta comenzábamos un año más nuestros ejercicios espirituales el pasado viernes por la noche. Una nueva oportunidad para hacer un parón previo al inicio del curso en este remanso de paz, silencio y noches estrelladas de Espinosa de Henares. El deseo de Dios es que caminemos juntos en el Señor, tanto en familia como en comunidad. Aunque sea en un tiempo exprés Dios se regala.
Este año mi esposa y yo sólo íbamos a poder venir al “resort”, es decir, el fin de semana y nos llevamos a nuestros dos hijos pequeños Juan y Héctor.
Es verdad, que otros años hemos podido disfrutar de más días viniendo por separado. Al fin y al cabo los ejercicios son una llamada de Dios para estar a solas con El, una llamada al silencio para dejarle hablarte al corazón. También, es un espacio para descansar y recargar pilas. Así que en teoría cuanto más tiempo vienes más te llevas. Por otro lado, dejar a un lado la mochila de rutinas, problemas y pensamientos que traemos a ejercicios. Por experiencia, se suele llevar por delante el primer día de corrido. Cuesta hacerse a esta dinámica de escucha sosegada. Pero, aunque un fin de semana puede parecer a priori poco tiempo, he de decir que para mí este año ha sido un regalo poder venir a ejercicios en familia.
Los chicos a cargo de D. Quijote y Sancho Panza, así se llamaron a sí mismas las hermanas que se ocuparon de ellos han disfrutado un montón con todo lo que les tenían preparado. Elena y yo después de las pautas nos subíamos a una capilla que tiene el mapamundi de fondo. Y en ocasiones nos mirábamos, como diciendo “me está hablando de nosotros”. Agradezco haber tenido tiempo para dar algún paseo y compartir estas inspiraciones de Dios, llamémosles, “en caliente”. Y además, tener a los pequeños cerca. Sé que le ha dado mucha tranquilidad a Elena y esto también ayuda a conectar.
Pero sobre todo y lo más importante, Jesús sabe que vienes a verle, a estar con Él. Quieres ofrecerle el tiempo que tienes y entonces se te presenta sin perder un minuto. Enganchas desde el mismo viernes por la noche, porque no hay tiempo que perder.
Nos llevamos su mensaje directo al corazón. Y sólo nos queda darle gracias por poner a toda una comunidad de hermanos y hermanas a nuestro servicio que nos ayudaron y lo siguen haciendo, a hablar con Él y a escuchar su voz, a “caminar juntos en el Señor”.
Saúl