Cuánto bien nos hace una palabra positiva, una sonrisa, un saludo o un abrazo. Dicen que por cada palabra negativa que se nos dice, son necesarias 10 positivas para contrarrestar el efecto negativo en el ser humano. Por eso os hablo de bendecir en esta primera semana de Cuaresma.
¡¡Que poder tiene la palabra!! La palabra es configuradora de la realidad.
Por ello nos dice Romanos 12, 14-21, “bendecid, no maldigáis, sí, bendecid. Venced el mal a fuerza de bien».
Bendecir es decir bien, ser capaz de ver lo bueno, y prodigar bondad por nuestra boca y que nace del corazón. Dios es la fuente de la bendición porque es la fuente de la Bondad y del Amor.
Este primer Domingo de Cuaresma podemos volver la mirada hacia la bendición y la alianza. En la primera lectura en tiempos de Noé Dios se arrepiente del diluvio, y establece una señal de alianza en el cielo, el arco de colores: el arcoíris.
Esta alianza representa una alianza universal. Dios realiza una nueva alianza y esta será universal, para todos.
La declaración del Dicasterio para la doctrina de la fe “Fiducia suppliccans” nos remite al origen de las bendiciones. Merece la pena indagar en ello. La posibilidad de bendecir a las parejas del mismo sexo, y en situaciones irregulares radica en Dios mismo.
Nada queda fuera del corazón de Dios y por tanto de su amor, y alianza. Cuaresma suele ser un tiempo también tradicionalmente de propósitos: el propósito de decir bien, de bendecir como nos indica la carta a los Romanos. Es una buena idea para el ayuno. Ayunar de palabras hirientes, de pensamientos destructivos, de miedos y estereotipos. Que el Señor nos invada de su bondad y bendición.
¿Te animas a bendecir y a ser bendecido por otros?
Mónica Arca SEMD Madrid