Han pasado ya tres meses desde que comenzó la crisis del covid 19 en Corea. Ha sido uno de los países menos golpeados. No hemos estado nunca en cuarentena absoluta pero sí se suspendió la educación presencial en colegios y universidades, que se hizo online, y también el culto y actividades religiosas.
La empidemia del Sars en el 2003 y la del Mers en el 2015 ayudaron al desarrollo en Corea de un sistema muy bueno de información, prevención-desinfección y a la fabricación de test para detectar el virus. De esta forma, Corea pudo poner en marcha rápidamente todo este sistema.
Sin embargo, hay otras crisis también importantes que se han puesto de manifiesto este último tiempo.
- La necesidad de una espiritualidad más profunda y personal. Ha supuesto una verdadera crisis para muchos cristianos no poder participar en la vida parroquial y los sacramentos. Muchos han sentido que su fe se enfriaba. ¿Cómo crear una relación personal con Dios y alimentar una fe que se entrelace con la propia vida?
- Situación laboral de explotación que sufren los trabajadores y que se ha empeorado con esta crisis del covid19. El aumento de los pedidos por internet se ha disparado en este tiempo, lo que ha generado un aumento también de los accidentes de tráfico de los repartidores o situaciones de estrés que ha llevado incluso en algunos casos a la muerte. Por otra parte, las malas condiciones de los lugares de trabajo o las muchas horas extra a las que se ven obligados muchos, ha dado lugar, en varias ocasiones, a la propagación rápida del virus. El Papa Francisco dijo que “una sociedad es ‘civilizada’ si lucha contra la «cultura del descarte». ¿Cómo dar pasos para construir esta sociedad de la inclusión y el respeto de la dignidad de toda persona?
- Heridas de nuestra historia todavía abiertas. Conmemoramos en abril sexto aniversario del naufragio del ferry Sewol donde murieron trescientas personas, casi todas estudiantes y en mayo 40 aniversario de la masacre en Gwangju en el que murieron alrededor de 600 civiles que luchaban por la democracia. Son investigaciones judiciales no resueltas todavía. El lema de la misa del 40 aniversario de Qwangju es una pregunta a cada uno de nosotros: “¿Estamos viviendo hoy como aquel entonces?”, ¿me duele la injusticia y pongo mi vida para construir una nación más justa y unida?
En medio de toda esta realidad nuestra pequeña comunidad de Servidores del Evangelio nos hacemos esta la pregunta que nos inquieta: “¿cómo colaborar para que esta crisis del covid19 no sea en vano y que genere un cambio real de dirección de vida en nosotras y en la vida de los demás? ¡Que el Espíritu nos continúe guiando!
María Matos